jueves, 3 de marzo de 2011

Tempus fugit


Y si dejas de susurrar?¿De exigir, de escudriñar, de manosearlo todo?...¿Y si aparcas las intenciones, las malditas metáforas, las conclusiones, la arrogancia y la ironía? ¿Y si creces de una vez?...Me veo obligado a hablar por más que no diga nada importante, ni interesante siquiera. Que remedio. No estaré solo si puedo evitarlo, y puedo evitarlo si quiero evitarlo.No voy a callarme precisamente ahora. Solo los niños se aprovechan del silencio para darse lustre, para hacerse notar, para esgrimir sus precarias razones. Los hombres hablan aún a su pesar y se condenan a vivir con lo dicho, con lo hecho, no hay otra manera de vivir...Un café más y a lo que íbamos...Sentado en la cocina y apoyada la espalda contra el frío real, me dispongo por fin a quererte, pero no como los niños, no como ese amor caprichosamente desesperado, no entre los tesoros que en realidad no tengo, sino en serio.
Con las palmas de las manos hacia arriba y los ojos bien abiertos.
Otra vez el bueno de Ray.

martes, 8 de febrero de 2011

La tiranía del todo o nada

De las razones de los demás lo ignoramos todo, pero existen. En el bosque durante la noche suceden cosas que no vemos, se mueven animales sin sueño. Nuestras pesadillas están pobladas de nuestros días, nada en el dolor nos resulta completamente extraño. Cada razón tiene dos manos distintas. Por eso se juntan las palmas al rezar para que algo que no se puede alcanzar se imagine posible.(...)Es posible que también se pueda ignorar la necesidad de la batalla sin estar del todo muerto. Tiene que haber un jardín que no se esconda ni ofenda, una razón que no camine sobre otras razones, una incertidumbre amable que no nos confunda. Un coraje de otra naturaleza.(...)¿Tenemos la más remota idea de la importancia que puedan tener nuestros argumentos frente a otros distintos? La mitad de lo que se siente al despertar ya se ha muerto al caer la noche. Detrás de los ruidos del vecino hay una vida diferente, tal vez habría que escuchar ese rumor en lugar de golpear la pared con el puño. Nos molestaba el ruido y ahora, de pronto, lo preferimos al silencio.
Ray Loriga